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miércoles, 1 de octubre de 2014

Almohada

A lo largo y ancho de este enharinado blog, ya hemos visto lo afortunados que pueden llegar a ser los intercambios culturales que suelen darse en los encuentros -de preferencia pacíficos- entre personas de distintas culturas.
Cuando por azares del destino se llegan a juntar varias personas de distintas culturas en un solo lugar se suelen dar fusiones de todo tipo muy interesantes (cuando no hay peleas).
Uno de estos encuentros, se dio en la península ibérica hace mas de 1000 años y uno de tantos resultados fueron cerca de 4000 palabras de origen árabe que llegaron para quedarse dentro del castellano enriqueciéndolo tremendamente.
El pueblo árabe entró en lo que hoy es España, sacó a patadas al último rey visigodo y se quedó ahí cerca de 8 siglos, dejándonos entre otras cosas, un legado riquísimo de sensacionales palabras.
Una almohada arabe. 
Una de tantas palabras que los árabes nos heredaron para que nos deleitáramos con su suave sonido es: la almohada. 
Pronunciar esa palabra es una delicia. Es una palabra tersa tal como el objeto al que denomina.

Proviene del árabe hispánico almuhadda y éste, del árabe clásico mihaddah, cuyo núcleo es hadd que significa ‘mejilla’. De tal manera que almohada es, literalmente, ‘colchoncillo para reclinar la mejilla’.
Curiosamente la pieza de pan de la que estamos hablando aquí no es precisamente suave o acolchonada, es mas bien por su forma, que tiene el nombre de almohada.
La masa de la que está hecha es de apastelado que es una de las masas mas laboriosas y complicadas de preparar. Es un tipo de pasta hojaldrada, inventada en México, según algunos panaderos, que lleva un alto contenido de manteca en su preparación, lo cual produce una masa viscosa nada firme. Esta masa se palotea y se va doblando colocando mucha harina entre los dobleces para que estos no se peguen y se generen las hojas al hornear.
La diferencia con el hojaldre o feité es que este se elabora con margarina en vez de manteca y lleva mas  margarina entre los dobleces en vez de harina.
Estas diferencias hacen que las piezas de masa de apastelado sean mas flexibles y suaves que las mas crocantes láminas de hojadre. Asi mismo las láminas u hojas del apastelado son mas tersas incluso terrosas al paladar a diferencia de las del hojaldre o fetié que son grasositas.
Desde tiempos inmemoriales, las piezas hechas con esta masa han sido las favoritas de mi papá. Ciertamente combinan muy bien con café con leche al cual también es muy afecto.
A mi en lo personal no me gustan mucho aunque con el tiempo y escribiendo estas reseñas les he empezado a agarrar cariño. De chico de plano no me gustaban nada porque la cubierta de azucar solía desprenderse de la pieza dentro de la bolsa y acababas con una pieza casi sin sabor, o también lo que sucede es que el azucar se pega en el plastico en que las envuelven supuestamente para protegerlas y acaban igual sin azucar encima.
Las piezas de apastelado son muy comunes en casi todas las panaderías. Si uno no encuentra la almohada, seguramente habrá palomas o eses o laureles.

Esta es una almohada.


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