En México como en muchos otros países que fueron colonia española hay ex-conventos pa' echar pa' rriba.
Dos ex-conventos muy famosos en la ciudad de México son el de San Jerónimo por haber sido el sitio donde vivió Sor Juana Ines de la Cruz y que hoy en día alberga las instalaciones de la Universidad del Claustro de Sor Juana y el del Carmén en San Angel por su colección de momias.
Mi ex-convento favorito es el de Tepoztlán. Cuando lo visito me siento en el castillo de Nosferatu.
Lo importante que hay que recordar con respecto a las monjas es que ellas se encargaron de preparar muchas delicias tanto endémicas como españolas tal y como tamales, pan dulce, rompope, todo tipo de postres como natillas, flanes, atole y un sin fin de recetas de repostería.
Por ejemplo a las monjitas poblanas del convento de Santa Rosa les debemos la creación del internacionalmente famoso Mole poblano. Aun hoy, debido a toda esta rica herencia culinaria, se comercializa una popular marca de rompope, el Santa Clara, con la imagen de una monja, al igual que el chocolate Morelia.
En el popular Café de Tacuba, hay en su entrada un mural que muestra a un grupo de monjas trabajando en la cocina, lo cual manda el mensaje de que en ese lugar se pueden degustar platos preparados a la usanza antigua siguiendo recetas que dicta la tradición.
Las monjas en definitiva han jugado un papel preponderante en la creación y propagación de muchas tradiciones culinarias que han construido la identidad mestiza que define al México de hoy.
Por todo lo anterior y muchas otras razones mas no podía faltar una monja en nuestro compendio de panes mexicanos.
La monja es un tapado, que no es otra cosa mas que un bizcocho cubierto con otro tipo de masa, en este caso pan de manteca. Al morder un tapado, la cubierta exterior se resquebraja dejando ver el interior de bizcocho suave.
La monja de pan cuenta con una decoración de pan de manteca que se asemeja al tocado que algunas monjas (de las que rezan) llevan alrededor de sus caras.
A veces lleva un escarchado de azúcar y otras veces nada. La monja de pan no las otras.
Esta pieza a veces la llaman Gorrito, también se le confunde con la Gallina, y a veces le llaman Herradura. Es una pieza de la que he hallado varias diferentes formas y piezas muy similares.
No se si es su nombre o la combinación de los dos tipos de masa, pero a mi me da la idea de ser un pan rustico, propio de una era distante y me transporta a esa época romántica de calles empedradas transitadas por carretas e iluminadas por lamparas de aceite. Claro que también era una época donde no había drenaje, ni sanidad y si pensabas distinto a la iglesia la inquisición te fregaba. Aun así me gusta imaginar tardes de merienda después de un cansado día de trabajo, a la luz de las velas degustando una monja (el pan) con una taza de chocolate mientras a lo lejos se escucha el redoble de las campanas invitando a todo el mundo a la oración.
Esta es una monja.