El olor del pan recién horneado es una de las experiencias mas sublimes que puede experimentar un ser humano y sobretodo cuando no se ha desayunado.
Los colores, las formas y los nombres de las piezas de pan siempre me llamaron mucho la atención.
Me gustaba mucho hallarles forma y descubrir porque se llamaban como se llamaban.
Sencillamente pronunciar los nombres me resulta muy divertido, Laurel, Broca, Alamar, Chamuco, Picón, Volcán.
Sencillamente pronunciar los nombres me resulta muy divertido, Laurel, Broca, Alamar, Chamuco, Picón, Volcán.
En las meriendas de los sábados en casa de los abuelos no podía hacer falta una canasta con pan dulce.
Mi favorita como la de muchísimos compatriotas, la Concha, no podía faltar.
Ya fuera con chocolate o café con leche siempre era una delicia poder sopearla, también me fascinaban los cuernitos o las mantecadas.
Estos recuerdos y añoranzas del pasado fueron en gran medida los que me impulsaron a salir a la calle a ir de panadería en panadería por la ciudad de México en busca de piezas de pan que ya casi no se hacen, nombres olvidados y discrepancias en las formas y los nombres de muchas piezas que cambian de lugar en lugar y de panadero en panadero.
Por supuesto que también he encontrado muchas coincidencias y muchas tradiciones que aun se conservan.
Así mismo, creo que es importante no dejar que esta forma de artesanía caiga en el olvido.
Son cuatro siglos de historia y tradición como para dejarla morir así nomás por ignorancia y desidia.
Sobretodo, creo que es una de las pocas expresiones culturales que todavía nos unen a una gran mayoría de mexicanos sin importar niveles culturales, ni clases sociales.
Típica panadería mexicana. |